I feel like writing the names of my friends
like seeds I clogged in my throat
Are you sure of what you’re saying?
—I’m not sure of what I’m saying,
I’ve never been sure
uncertainty has given me singed flowers
my poems have round and squared edges
I never know where the center of this rose unfurls.
rose:
We are a movement of poets constructing spaces for youth poetry:
readings, performances, interventions, digitally-downloadable
publications, publishing projects, videos, and more.
We were a movement of sharp stings
Sharp stings are the words a mother says to her daughter
a red shard breaking off.
We were a summertime movement, the heat of a beachside bonfire.
Let it be said: on this beach friends sang and found that the sea tossed bad verses onto
our tongues moving some to dance in the center of the night
running toward the beach
with waves on the shore
with seashells in our arms
running to where the sand’s fireflies blaze like gleams of life
and life passes over death like a constellation.
We all wanted to dance, but we were past-tense verbs and dancing is a future act.
I hold your hand in this dancehall full of skirts, I hold your hand in my dress my
makeup and the pants I wear underneath covering my back.
We danced a bit on the dance floor as the bottles dripped liquor punches and egoisms.
I left behind a flower, and I went home because if a flower opened it was a new world,
imaginary rose in a city called Baghdad, where a wise muslim man once planted flowers
which today are seeds hidden beneath destruction and war.
When the Tigris the Euphrates the Río Bravo overflow and I’m talking about the same
overflowing of rivers that love each other filling new pages, perhaps we could be friends
and I could dance with you.
But now,
I need to write and stop reading, get back to designing
a building
an office
the sky over the table
the sky over the table strewn with colored crayons
the sky where I draw what my writing is:
I need to write and stop reading, get back to designing:
ball-bearings, links, tongues and grooves, lathes, wheel-bearings, hinges, joints,
milling machines, and radial saws like suns felling forests.
We were resin and catalyst
we were fiberglass like shards of an angel
we kept designing because that was our writing.
We were circuits and diodes, we were transistors and resistors in an electric
current capable of writing our greatest desires.
We were offices bringing furniture to our mouth,
you were eating refrigerators and beds
you were eating bookshelves and toilet bowls.
That whole record is something we already were
that rose at our foundationless house,
uncertainty with singed walls
like the walls of a war-burnt car.
With its joy-filled eyes the war transcribed
our writing like dynamite doves:
Tatatatatatatatatatatatatatatatatatattatat……..kaboom!
—I want nothing to do with you— it said to us after class.
◆
Tengo ganas de escribir los nombres de mis amigos
como semillas que atoré en mi garganta
¿Estás seguro de lo que estás diciendo?
—No estoy seguro de lo que digo,
nunca he estado seguro
la incertidumbre me ha dado flores chamuscadas
mis poemas tienen aristas redondas y cuadradas
nunca sé por donde se abre el centro de esta rosa.
rosa:
Somos un movimiento de poetas en la construcción de espacios para la poesía joven:
lecturas, performances, intervenciones, publicaciones para descargar por internet,
proyectos editoriales, videos y más.
Éramos un movimiento a fuertes piquetazos
Fuertes piquetazos son las palabras que le dice una madre a la hija
piedrecilla roja que se desprende.
Éramos un movimiento del verano, calor de una fogata junto a la playa.
Que se diga: en esta playa cantaron los amigos y encontraron que el mar nos arrojaba a
la lengua malos versos para que algunos bailen en el centro de la noche
corriendo hacia la playa
con olas en las orejas
con los caracoles en los brazos
corriendo a donde las luciérnagas de la arena llamean como brillos de vida
y la vida transcurre como una constelación sobre la muerte.
Todos quisieron bailar, pero éramos verbos pasados y bailar es un acto futuro.
Te doy la mano en este salón lleno de faldas, te doy la mano con mi vestido mi
maquillaje y el pantalón que llevo por dentro cubriendo mi columna.
Bailamos un segundo en la pista mientras las botellas goteaban licor golpes y egoísmos.
Dejé una flor, y me fui porque si una flor se abría era un nuevo mundo, rosa imaginaria
en una ciudad que se llama Bagdad, en donde un sabio musulmán plantó flores que hoy
son semillas escondidas debajo de la destrucción y de la guerra.
Cuando el Tigris el Eufrates Río Bravo se desborden y yo este diciendo el mismo
desborde de los ríos que se aman llenando nuevas páginas, quizá seamos amigos y
pueda bailar contigo.
Pero ahora,
yo necesito escribir y dejar de leer, volver a diseñar
un edificio
una oficina
el cielo sobre la mesa
el cielo sobre la mesa lleno con crayones de colores
el cielo en donde dibujo lo que es mi escritura:
Yo necesito escribir y dejar de leer, volver a diseñar:
baleros, eslabones, machimbres, tornos, rulemanes, bisagras, encastres, fresadoras y
sierras radiales como soles cortando bosques.
Éramos resina y catalizador
éramos fibra de vidrio como esquirlas de un ángel
seguíamos diseñando porque eso era nuestra escritura.
Éramos circuitos y diodos, éramos transistores y resistencias en una corriente eléctrica
que puede escribir los mejores deseos.
Éramos oficinas llevando muebles a la boca,
comías refrigeradores y camas
comías los libreros y las tazas de baño.
Todo ese registro es algo que ya éramos
esa rosa de nuestra casa sin cimientos,
incertidumbre con paredes chamuscadas
como las paredes de un auto incendiado por la guerra.
La guerra transcribía con los ojos llenos de alegría
nuestra escritura como palomas de dinamita:
Tatatatatatatatatatatatatatatatatatattatat……..kaboom!
—No quiero saber nada de ustedes— nos dijo después de clase.